En ocasiones elevo mi cabeza al cielo y contemplo las nubes pasar, creando formas caprichosas, alguna que otra pequeña ave y hojas que abandonan sus árboles para llevar los secretos del verano a otro lado.
Transcurre el tiempo, tan velozmente que creo fundirme en el azul de esa cúpula celeste cuya inmensidad me abruma, haciéndome olvidar la gratificante gravedad que evita vague para siempre flotando a la deriva como un globo de helio.
Me imagino la Tierra como una de esas ornamentales bolas de nieve, y a mí cual pequeño copo, zarandeada a voluntad de aquel que la sostiene entre sus manos. Temo perder la cordura, atrapada en un lugar entre ese cielo y la Tierra.
ooohhhh <3
ResponderEliminar¡Muy bonito!
ResponderEliminarMe encantó, Luci :)
ResponderEliminarQue bonito cielo. :)
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