«Dejamos morir nuestros sueños, hacemos oídos sordos a sus llamamientos; gritan, se retuercen y claman ser liberados desde el fondo de nuestro ser, pero elegimos ignorarlos. Algunos nacen ya muertos, sin oportunidad de ser perseguidos, porque tememos que nuestra meta sea inalcanzable, los obstáculos infranqueables o nuestro esfuerzo insuficiente. Nos aterra llegar al final del camino y descubrir que hemos fracasado. Es por eso que claudicamos, alzamos las manos en rendición antes ni tan siquiera de intentarlo, porque es más fácil divagar con lo que podría haber sido que llorar por lo que nunca fue. Es más sencillo, sí, pero también más doloroso a la postre.»
NO DEJÉIS DE PERSEGUIR VUESTROS SUEÑOS
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